y la sutil brisa transporta la màgica fuerza de la vida
Un paraìso que està ahì afuera... y si lo busco... aquì dentro.
una mirada
sábado, 16 de agosto de 2014
la inmensa vida se empequeñece un instante
sólo para que yo pueda tocar su corazón
y encontrarme allí
entre su latir y el mío
jueves, 14 de agosto de 2014
Bendito el viento de la búsqueda que se nos mete en los pulmones empujándonos a un camino sabido desde el alma como nuestro.
Transitarlo es como ir por el barrio de la infancia, ese que conocemos de memoria
y me rìo toda yo en un milagro de aromas y vientos.
la niña
la joven
la anciana
Toda yo
bailando en un concierto de circulos azules
que se encienden en rojos y en dorados
Tanta luz … se encandila mi memoria.
Y no hay espejo, ni tiempo, ni miedo.
"Morir es perder la identidad y unirse al resto"
Ursula K. Le Guin
Ala de colibrì
Hoy me propongo fundar un partido de sueños, talleres donde reparar alas de colibríes. Se admiten tarados, enfermos, gordos sin amor, tullidos, enanos, vampiros y días sin sol. Hoy voy a patrocinar el candor desahuciado, esa crítica masa de Dios que no es pos ni moderna. Se admiten proscritos, rabiosos, pueblos sin hogar,desaparecidos deudores del banco mundial. Por una calle descascarada por una mano bien apretada.Hoy voy a hacer asamblea de flores marchitas, de deshechos de fiesta infantil, de piñatas usadas, de sombras en pena -del reino de lo natural-que otorgan licencia a cualquier artefacto de amar. Por el levante, por el poniente, por el deseo, por la simiente. por tanta noche, por el sol diario, en compañía y en solitario. Ala de colibrí, liviana y pura. Ala de colibrí para la cura.
Silvio Rodriguez
Merecedora de gozo
Nocturno exquisito. Leticia tarragò
Unicornio de la suerte
Sergio Vergara Arteaga
Un espacio en el espacio del gran espacio......................
En medio de esta inmensidad incalculable, en vez de acobardarme, me asomo desde la cima del escritorio y ofrezco mis pocas certezas. A las dudas las estoy corriendo...
Los cuatro enemigos del hombre de conocimiento
Cuando un hombre es deficiente; su intención es vaga. Espera recompensas que nunca llegarán, pues no sabe nada de los trabajos que cuesta aprender. “Pero uno aprende así, poquito a poquito al comienzo, luego más y más. Y sus pensamientos se dan de topetazos y se hunden en la nada. Lo que se aprende no es nunca lo que uno creía. Y así comienza a tener miedo. El conocimiento no es nunca lo que un o se espera. Cada paso del aprendizaje es un atolladero, y el miedo que el hombre experimenta empieza a crecer sin misericordia, sin ceder. Su propósito se convierte en un campo de batalla”.“ Y así ha tropezado con el primero de sus enemigos naturales: ¡EL MIEDO!. Un enemigo terrible: traicionero y enredado como los cardos. Se queda oculto en cada recodo del camino, acechando, esperando. Y si el hombre, aterrado en su presencia, echa a correr, su enemigo habrá puesto fin a su búsqueda.”•¿Qué le pasa al hombre si corre por miedo?•Nada le pasa, sólo que jamás aprenderá. Nunca llegará a ser un hombre de conocimiento. Llegará a ser un maleante, o un cobarde cualquiera, un hombre inofensivo, asustado; de cualquier modo, será un hombre vencido. Su primer enemigo habrá puesto fin a sus ansias.•¿Y qué se puede hacer para superar el miedo?•La respuesta es muy sencilla. No debe correr. Debe desafiar a su miedo, y pese a él debe dar el siguiente paso en su aprendizaje, y el siguiente, y el siguiente. Debe estar lleno de miedo, pero no debe detenerse. ¡Esa es la regla! Y llega un momento en que su primer enemigo se retira. El hombre empieza a sentirse seguro de sí. Su propósito se fortalece. Aprender no es ya una tarea aterradora. “Cuando llega ese momento gozoso, el hombre puede decir sin duda que ha vencido a su primer enemigo natural”.•¿Ocurre de golpe, D. Juan, o poco a poco?•Ocurre poco a poco, y sin embargo el miedo se conquista rápido y de repente.•¿Pero no volverá el hombre a tener miedo si algo nuevo le pasa?•No. Una vez que un hombre ha conquistado el miedo, está libre de él por el resto de su vida, porque a cambio del miedo ha adquirido la claridad.: una claridad de mente que borra el miedo. Para entonces un hombre conoce sus deseos; sabe como satisfacer esos deseos. Puede prever los nuevos pasos del aprendizaje, y una claridad nítida lo rodea todo. El hombre siente que nada está oculto.“ Y así ha encontrado su segundo enemigo: ¡LA CLARIDAD!. Esa claridad de mente, tan difícil de obtener, dispersa el miedo, pero también ciega”.“Fuerza al hombre a no dudar nunca de sí. Le da la seguridad de que puede hacer cuanto se le antoje, porque todo lo que ve lo ve con claridad. Y tiene valor porque tiene claridad, y no se detiene en nada porque tiene claridad. Pero todo eso es un error: es como si viera algo claro pero incompleto. Si el hombre se rinde a esa ilusión de poder, ha sucumbido a su segundo enemigo y será torpe para aprender. Se apurará cuando debía ser paciente, o será paciente cuando debería apurarse. Y tonteará con el aprendizaje, hasta que termine incapaz de aprender nada más”.•¿Qué pasa con un hombre derrotado en esa forma, don Juan? ¿Muere en consecuencia?•No, no muere. Su segundo enemigo nomás ha parado en seco sus intentos de hacerse hombre de conocimiento; en vez de eso, el hombre puede volverse un guerrero impetuoso, o un payaso. Pero la claridad que tan caro ha pagado no volverá a transformarse en oscuridad y miedo. Será claro mientras viva, pero ya no aprenderá ni ansiará nada.•Pero ¿qué tiene que hacer para evitar la derrota?•Debe hacer lo que hizo con el miedo: debe desafiar su claridad y usarla sólo para ver, y esperar con paciencia y medir con tiento antes de dar otros pasos; debe pensar, sobre todo, que su claridad es casi un error. Y vendrá un momento en que comprenda que su claridad era sólo un punto delante de sus ojos. Y así habrá vencido a su segundo enemigo, y llegará a una posición donde nada puede ya dañarlo. Esto no será un error ni tampoco una ilusión. No será solamente un punto delante de sus ojos. Ese será el verdadero poder.“Sabrá entonces que el poder tanto tiempo perseguido es suyo por fin. Puede hacer con él lo que se le antoje. Su aliado está a sus órdenes. Su deseo es la regla. Ve claro y parejo todo cuanto hay alrededor. Pero también ha tropezado con su tercer enemigo: ¡EL PODER!”“El poder es el más fuerte de todos los enemigos. Y naturalmente, lo más fácil es rendirse; después de todo, el hombre es de veras invencible. Él manda; empieza tomando riesgos calculados y termina haciendo reglas, porque es el amo del poder”. “Un hombre en esta etapa apenas advierte que su tercer enemigo se cierne sobre él. Y de pronto, sin saber, habrá sin duda perdido la batalla. Su enemigo lo habrá transformado en un hombre cruel, caprichoso.”¿Perderá su poder?No, nunca perderá claridad ni su poder.•Entonces, ¿qué le distinguirá de un hombre de conocimiento?•Un hombre vencido por el poder muere sin saber realmente como manejarlo.El poder es solamente una carga sobre su destino. Un hombre así no tiene dominio de sí mismo, ni puede decir cómo ni cuando usar su poder.•La derrota a manos de cualquiera de estos enemigos, ¿es definitiva?•Claro que es definitiva. Cuando uno de estos enemigos vence a un hombre, no hay nada que hacer. •¿Es posible, por ejemplo, que el hombre vencido por el poder vea su error y se corrija?•No. Una vez que un hombre se rinde, está acabado.•¿Pero si el poder lo ciega temporalmente y luego él lo rechaza?•Eso quiere decir que la batalla sigue. Quiere decir que todavía está tratando de volverse hombre de conocimiento. Un hombre está vencido sólo cuando ya no hace la lucha y se abandona.•Pero entonces, D. Juan, es posible que un hombre se abandone al miedo durante años, pero finalmente lo conquiste•No, eso no es cierto. Si se rinde al miedo, nunca lo conquistará, porque se asustará de aprender y no volverá a hacer la prueba. Pero si trata de aprender durante años, en medio de su miedo, terminará conquistándolo, porque nunca se ha abandonado a él en realidad.•¿Cómo puede vencer a su tercer enemigo, D. Juan?•Tiene que desafiarlo, con toda intención. Tiene que llegar a darse cuenta de que el poder que aparentemente ha conquistado no es nunca suyo en verdad. Debe tenerse a raya a todas horas, manejando con tiento y con fe todo lo que ha aprendido. Si puede ver que, sin control sobre sí mismo, la claridad y el poder son peores que los errores, llegará a un punto en el que todo se domina. Entonces sabrá cómo y cuando usar su poder. Y así habrá vencido a su tercer enemigo.“El hombre estará, para entonces, al fin de su travesía por el camino del conocimiento, y casi sin advertencia tropezará con su último enemigo: ¡LA VEJEZ!. Este enemigo es el más cruel de todos, el único al que no se puede vencer por completo; el enemigo al que solamente podrá ahuyentar por un instante.”“Este es el tiempo en que un hombre ya no tiene miedos, ya no tiene claridad impaciente; un tiempo en que todo su poder está bajo control, pero también el tiempo en que siente un deseo constante de descansar. Si se rinde por entero a su deseo de acostarse y olvidar, si se arrulla en la fatiga, habrá perdido el último asalto, y su enemigo lo reducirá a una débil criatura vieja. Su deseo de retirarse vencerá toda su claridad, su poder y su conocimiento.”“Pero si el hombre se sacude el cansancio y vive su destino hasta el final, puede entonces ser llamado hombre de conocimiento, aunque sea sólo por esos momentitos en que logra ahuyentar al último enemigo, el enemigo invencible. Esos momentos de claridad, poder y conocimiento, son suficientes”. “Las enseñanzas de Don Juan” Carlos Castaneda
leer, guardar en la memoria del corazòn
A Bao A Qu
Para contemplar el paisaje más maravilloso del mundo, hay que llegar al último piso de la Torre de Victoria, en Chitor. Hay ahí una terraza circular que permite dominar todo el horizonte. Una escalera de caracol lleva a la terraza, pero sólo se atreven a subir los no creyentes de la fábula, que dice así: En la escalera de la Torre de la Victoria, habita desde el principio del tiempo el A BAO A QU, sensible a los valores de las almas humanas. Vive en estado letárgico, en el primer escalón, y sólo goza de vida consciente cuando alguien sube la escalera. La vibración de la persona que se acerca le infunde vida, y una luz interior se insinúa en él. Al mismo tiempo, su cuerpo y su piel casi traslúcida empiezan a moverse. Cuando alguien asciende la escalera, El A BAO A QU se coloca en los talones del visitante y sube prendiéndose del borde de los escalones curvos y gastados por los pies de generaciones de peregrinos. En cada escalón se intensifica su color, su forma se perfecciona y la luz que irradia es cada vez más brillante. Testimonio de su sensibilidad es el hecho de que sólo logra su forma perfecta en el último escalón, cuando el que sube es un ser evolucionado espiritualmente. De no ser así el A BAO A QU queda como paralizado antes de llegar, su cuerpo incompleto, su color indefinido y la luz vacilante. El A Bao A Qu sufre cuando no puede formarse totalmente y su queja es un rumor apenas perceptible, semejante al roce de una seda. Pero cuando el hombre o la mujer que lo reviven están llenos de pureza, el A Bao A Qu puede llegar al último escalón, ya completamente formado e irradiando una viva luz azul. Su vuelta a la vida es muy breve, pues al bajar el peregrino, el A Bao A Qu rueda y cae hasta el escalón inicial, donde ya apagado y semejante a una lámina de contornos vagos, espera al próximo visitante. Sólo es posible verlo bien cuando llega a la mitad de la escalera, donde la prolongaciones de su cuerpo, que a manera de bracitos lo ayudan a subir, se definen con claridad. Hay quien dice que mira con todo el cuerpo y que el tacto recuerda a la piel del durazno. En el curso de los siglos el A Bao A Qu ha llegado una sola vez a la perfección. El capitán Burton registra la leyenda del A Bao A Qu en una de las notas de su versión de las Mil y Una Noches.
Jorge Luis Borges
Al Rencor
No vengas, te conjuro, con tus piedras; con tu vetusto horror con tu consejo; con tu escudo brillante con tu espejo; con tu verdor insólito de hiedras. En aquel árbol la torcaza es mía; no cubras con tus gritos su canción; me conmueve, me llega al corazón, repudia el mármol de tu mano fría. Te reconozco siempre. No, no vengas. Prometí no mirar tu aviesa caracada vez que lloré sola en tu avaradesolación. Y si de mí te vengas, que épica sea al menos tu venganzay no cobarde, oscura, impenitente, agazapada en cada sombra ausente, fingiendo que jamás hiere tu lanza. Entre rosas, jazmines que envenenas, ¿por qué no te ultimé yo en mi otra vida? Haz brotar sangre al menos de mi herida, que estoy cansada de morir apenas.